El tenis no solo es un deporte donde mejorar las habilidades de equilibrio, la fuerza, la movilidad y la agilidad. Es mucho más que eso. Jugar al tenis es trabajar tu cuerpo y tu mente. Conlleva un esfuerzo mental en el que la concentración y la resolución de problemas juegan un papel muy importante.
“¡Chicos, esto es un partido de TENIS y eso aquí no se puede hacer!”
Esas fueron las palabras de mi amigo Bruno, tenista federado, hacia nuestro grupo de amigos en un partido de tenis al que fuimos a animarle hace bastantes años en Leganés. Creo que esta era mi primera vez como espectador de un partido de tenis, como el resto de chicos del grupo. Veníamos todos del ámbito del fútbol donde lo primordial es animar a nuestros jugadores y penalizar en ánimos a los rivales.
“Jugar al tenis es trabajar tu cuerpo y tu mente”
Contado así no suena tan tremendo, pero el problema es que gritábamos a voces los aciertos de nuestro amigo como los fallos de su rival. Entonces, fue cuando Bruno, nos explicó que en el tenis no todo vale. Y es aquí donde se puso de manifiesto uno de los principales valores del deporte: el respeto. Tras el partido, más calmado, nos dio una masterclass de los valores más característicos de este deporte.
El respeto es la consideración hacia el resto de personas, tanto jugadores como al resto del público. No puedes silbar a un contrario, ni el jugador debe encararse con los aficionados.
La honestidad es expresarse con coherencia y sinceridad. Si el árbitro canta una bola mala de tu rival y no es así… cantarla de forma correcta.
Podría seguir con una lista mucho más larga, pero para ser honestos, esas son las únicas que recuerdo de aquella charla. Sin embargo, hay un espejo en el que creo que deberíamos mirarnos todos los deportistas o, casi me atrevería a decir, los no deportistas. Esa figura en la que debemos vernos reflejados son palabras mayores, él es el gran Rafael Nadal.
“Muchas cosas son naturales y hay otras que se trabajan y que son entrenables como la capacidad de sufrir o de afrontar problemas” (Nadal, 2016)
Añadir al talento natural de un deportista una dosis de esfuerzo deriva en trabajo y disciplina a la hora de entrenar.
Perseverar. Cuántas veces hemos visto a Nadal llegar a bolas imposibles. Una capacidad admirable de no rendirse, de no dar nada por perdido, de levantarse una y otra vez de cualquier caída.
Humildad. “Me gustaría ser recordado como una buena persona” (Nadal, 2020). No vale ser sólo un gran tenista si no transmitir sencillez. Porque ver brillar a una buena persona tiene un valor incalculable.
Mentalidad ganadora. La cantidad de ocasiones en las que hemos visto a Nadal ganar partidos de tenis ante rivales más fuertes. Lógicamente algún partido malo habrá hecho, porque, aunque parezca sobre natural él también es humano. Creo que la imagen general que tener casi todas las personas de Rafa, es que si otro jugador le gana es porque ha sido capaz de jugar mucho mejor que él, no porque Rafa haya jugado mal.
Sin embargo, no hay que bajar la guardia a la hora de trabajar los valores. No vale con tener una gran profesora, un gran entrenador, hay que trabajarlos de base, en casa. La familia tiene una importante influencia a la hora de inculcar valores a los más jóvenes.
Aunque, que se lo digan a Carlos Alcaraz en el Master 1000 de París de este noviembre pasado, siempre habrá momentos en que al público le pueda un instinto más visceral y, en su ánimo de apoyar a su deportista local (Hugo Gaston), falte al respeto al tenista rival. Ante estas situaciones siempre quedará el recurso de entrenamiento mental y hacer como Djokovic en la final de Wimbledon 2019 donde, mentalmente, cambió los gritos del público de “Roger, Roger” por “Novak, Novak”.
Samuel Martín
Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte
Apasionado del deporte y del agua
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