Cuando recuerdo los últimos JJOO de Tokio celebrados en 2021 no puedo dejar de pensar en mi deporte favorito, la natación. Me encanta ver una y otra vez las pruebas, disfruto mucho del espectáculo que nos brindan en el agua.

Se concentran grandes deportistas de todos los países. En Australia y Estados Unidos destacan Emma McKeon y Caeleb Dressel como los nadadores con más medallas. Sin olvidar a los nuestros: Nicolás García, Jessica Vall, Marina García, Hugo González, Mireia Belmonte, etcétera. Todos ellos tienen algo en común: unas gotas de talento, un mar de esfuerzo y un océano de superación, un conjunto de características que les posiciona en la élite. Las horas de entrenamiento y su gran sacrificio son sus señas de identidad.

En mi caso, estoy a años luz de ese gran rendimiento, pero también he dado lo mejor de mí. Estuve federado durante más de diez años, entrenando cincos días a la semana, tres horas al día, durante algunas temporadas. A día de hoy, sigo nadando, disfruto del agua, nos llevamos muy bien. A veces, me pregunto de dónde vendrá esa simbiosis que tengo con el agua, ese gusto y esa armonía que siento cuando estoy en ella. Imagino que, al igual que yo, estos grandes deportistas guardan un gran recuerdo del primer contacto que tuvieron de pequeños con el agua. Mantenemos bonitas experiencias de cuando éramos niños.

Tengo dos peques de 6 y 4 años a los que también les encanta el agua. No creo que sea genético, estoy seguro que influye mucho cómo se la he presentado. Pensaréis que les he introducido en este mundo desde un prisma de aprendizaje, ejercicios para niños, etcétera. Pues no, nada más lejos de la realidad. Lo he hecho de la misma forma que en nuestro ocio familiar fuera del agua. En ella jugamos, saltamos, reímos y, lo más importante, sin forzarlos a nada. Al mayor lo metí en el mar con poco más de tres meses y, ¿sabéis qué? Lloraba, sí, lloraba pero cuando lo sacaba del agua. Tenía que volver a meterme dentro del mar con él envuelto en la toalla, solo así se quedaba relajado, sintiendo las olas de cerca. Desde entonces no ha dejado de tener bonitas experiencias: en el mar, en piscinas, en ríos y hasta embalses; lo disfruta tanto que cualquier charco le vale.

Podría haber dedicado esta entrada del blog a explicaros ejercicios de familiarización, de respiración, de propulsión entre otros. Podría haberos hablado de las bondades y maravillas de nuestras escuelas de natación en Cubas de la Sagra, Guadalix de la Sierra, Colmenar Viejo o Boadilla del Monte. Pero todo esto no valdría si, como adultos, no sembramos la semilla de la pasión y la diversión en los más pequeños. Esto se consigue llevándolos a tener contacto con el agua, por ejemplo: al mar, a una clase de matronatación, En estas experiencias siempre tienen que ver una sonrisa en nuestro rostro, una mirada amiga y cómplice. Necesitan vernos felices y sentirse seguros en el agua cuando nos miren a los ojos. Si nos preocupamos por la temperatura del agua o nos angustiamos cuando tragan un buche, verán nuestro desasosiego y conseguiremos transmitirles la sensación de angustia creándoles malas experiencias y por lo tanto malos recuerdos.

Plantar esa semilla de gusto por el agua es clave para formar futuros deportistas. No porque vayan a ser nadadores, sino porque si somos capaces de transmitirles a nuestros hijos la pasión por cada cosa que hacemos, haremos que disfruten también con el deporte: de agua, de montaña, en una cancha de baloncesto, en un campo de fútbol. Se darán las primeras condiciones para que puedan llegar a ser, quién sabe si, grandes deportistas y que tengan toda esa pasión y entusiasmo como para llegar a participar en algún campeonato mundial o unos JJOO. Ese gran deportista con su brillo y su energía positiva es más que seguro que encandile y contagie con su pasión a peques que estén viendo, junto a su familia, ese evento.

 

Samuel Martín
Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte
Apasionado del deporte y del agua

3 comentarios
  1. Luis Garcia Gorro gris P.S.T Dice:

    Hola Samuel, buen escrito has hecho , yo fui usuario de la escuela de Natación de Mistral desde su fundación en febrero de 2008 hasta la pandemia en la Piscina de Santa Teresa P.ST , y haciais sentir el deporte de verdad.

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